jueves, 6 de agosto de 2009

DESPLIEGOS Nº 3 : ELLA

ELLA
MARCELA RÖMER

La obra está allí, es ese objeto que se materializa pidiéndome que busque sus sentidos, no es lenguaje, no es escritura, pero si es mucho decir, es una composición que descompongo y repongo, veo colores, trazos, sonidos, compagino, desarticulo.
Comienzo generando o estableciendo un diálogo, ella me pide, me suplica que en determinado momento la vuelva lenguaje, pero no para dejarla ahí sino para que pueda jugar con las palabras, para reírse de ellas.
Me exige que establezca la representación, que abra el telón para el juego de la actuación.
Entonces ella toma su lugar, el telón se abre y se lanza raudamente al vacío, se arriesga, se mezcla, dice.
Comienza a actuar su brillo, a dejar su estela, se concentra, utiliza su histrionismo.
Escucha sus voces internas, permanece con ellas y las comparte, las reparte.
Trato de escuchar, de ver, de sentir.
Dispongo el sentido para el roce del discurso, esa sensación vacua y aparentemente tranquila, no deseo legitimar, sólo deseo decir.
Ella se ablanda, se retuerce, se desdobla, y es entonces cuando estoy, como diría Deleuze, territorializando... estoy en el tablado, en el escenario, en ese lugar.
Comienzo la trama, articulo las zonas de la red, abro, cierro, compacto conceptos.
Establezco mis regionalismos, hago pactos, acuerdos, establezco las leyes; no se si deseo hacerlo claramente o si prefiero desdibujar, no quiero de ninguna manera globalizar.
Lo que sí hago es establecer como una zona de espacio, y otra vez pienso en el diálogo , pienso si podré establecerlo , y sí lo hago ,con quién lo voy a generar, qué es lo que se podrá escuchar.
Y cuando se funda la intención de diálogo aparece la grieta, ese otro espacio de fragilidad, esa zona dibujada de tintes, polisémica, y muchas veces asignificante.
Acá quiero establecer límites, intento pergreñar una estrategia de resignificación de la grieta, temo por lo perecedero y efímero de ella.
Conspiro, recurro a los artificios, entablo un diálogo con mis fantasmas, me aventuro a lo desconocido.
Ahí aparece la verdad, ese pequeño problema de las certezas, la obra me pedía la representación, pero nunca habló de certezas, ella está segura de que su origen es siempre futuro, quiere permanecer, está como asustada, necesita a veces de la palabra.
¿La palabra, la frase? sí , a la obra le gusta que su propio lenguaje se deje seducir por el lenguaje, le encanta que él no pueda precisar nada, le gusta observarlo lentamente en su grave y esforzada actuación por el decir, se ríe, disimula, se divierte.
Y es ahí en el momento del disfrute, cuando se escabulle, desaparece, se desdibuja, se retira de la escena, se fuga.
La obra se convierte en misterio.
¿Es realmente cierto que quería que escriba sobre ella?
Oscuros agujeros negros con forma y peso, es casi intocable lo reciente, pero el tiempo que ella se impone es sólo espacio, la vida se agota y se siente refrescante el fin; cada una, cada una de ellas mantiene su equilibrio, su violencia interna, sus espacios agujereadamente negros.
Sí, es así, y no de otra manera.
La noche es la gran madre del alumbramiento, también la compañera, la activadora , la silenciadora y la descubridora , potenciadora de irrealidades, licenciada en violencia y dolor. Como golpes sin genética, como vías de escape sin estructuras, sus sonidos y los míos nunca son eternos, son poco reconocibles y muy escrupulosos.
Donde el cielo está agujereado es donde ella permanece, llega tarde a reconciliaciones, a estadios eternos, a nubes de movimiento, siempre está en alguna espera inesperada, en algún lugar condicionado, en espacios incorrectos, sube y baja de la nada como una inspiración divina.
Somos pacientes y nunca esperamos nada, enemigos no tenemos, ellos nos tienen a nosotros.
Sorprende realidades que no son reconocibles, ni siquiera perceptibles, hasta incompatibles con el viento.
Si un suspiro la ataca, evolucionamos con nuestra piel, rasgamos la moldura y hacemos otro esquema que nos quema la razón y nos hiere la agudeza.
Cuando podemos escuchar nos confundimos, hacedores de las mentiras más cabales, vanidades y más vanidades; solemos comer todos los espacios de recreo.
Cantos y bailes la iluminan, nos tira por la borda los ciempiés de carne y hueso y cuando queremos tomarlos por sorpresa nos arruinan las miradas y los climas.
Aquí y allá nos propone sólo espacios aparentemente verdaderos, espacios rigurosos y pacientes, compactos de detalles y visiones.
Cuando todo está dicho siempre falta algo por comenzar, cuando está comenzado hay que acabarlo y devorarlo.
Estamos envidiosos de lo eterno, cuando sentimos su calor nos confundimos, fieras de vida y de suplicios somos ingenuos y arrogantes; cielos y mares jamás nos pertenecen, pero los hacemos propios con palabras y algún tipo de versos muy perversos.
Nos intentan tocar las oraciones y saltamos al vacío sin pensar ni siquiera en la osadía.
Sus días y sus horas no trafican, trabajan con cansancio los estados, rompen, cosen y desdoblan todos los huecos del vacío.
Lo sólido es una ilusión vana, sin castigos, sin quejas, sin comienzos; si todo te parece realmente tocable es entonces que el cielo te atrapó en sus refugios, sus agujeros te acechan y te buscan, la piedad es sólo invento de los hombres.
Cuidado con los escritos victoriosos, con sus esperas y sus palabras creadoras de ilusiones, cuidado con los pájaros de colores atrevidos y los peces que nadan en el vacío.
Si no estás seguro de haber visto percepciones, agujerea tus eternos salvavidas y dejá que todos los mares te sublimen.
Ilusiones, quimeras, desvaríos.
Cuando sobrevuelo pirámides
pienso en ciegos repentinos
sordera, sordera
El sol se pone violento
y vespertino
No comprendo,
no comprendo
Desenchufo la paciencia
y las cosas se sostienen
Campo y campo
verde eterno
Ella se dio vuelta
y su...
azul
pardo
ámbar
giró
giró
giró
La mirada, seca
la conciencia, vacía.

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