jueves, 6 de agosto de 2009

DESPLIEGOS Nº 1 : EL AMOR Y LA FURIA

El amor y la furia
Guillermo Ríos
"Se debería poder hacer cierta película.
Una película de insistencias, de miradas retrospectivas, de reinicios.
Y luego abandonarla. Y filmar también ese abandono.
Pero no se hará, ya se sabe. Nunca se hará". Marguerite Duras.
¿Qué es una película? ¿Un mundo?¿Qué mundo? ¿Una trama?
¿Cuál? ¿Una historia? Una película puede seducirnos por todo esto.
Sin ser LA historia, es una. Sin ser EL mundo puede ser alguno.
Hay quienes piensan que una película es solo una sucesión de imágenes.
Lo que allí se ve nunca pasó. Entonces tratan de tomar distancia
y hechan mano (en realidad solo cubren sus ojos)
de palabras tales como ficción.
No Marguerite, hay películas que jamás podrán filmarse,
aunque haya cosas que en este fin de siglo sean insistentes.
Y no se filmarán porque tendríamos que mirar,
y esto a veces se torna espantoso, casi insoportable.
Pero aún así los acontecimientos nos desbordan,
amenazan con ser aún más insistentes, a cro-ni-ficarse.
¿A fijarse? Si, amenzan con quedarse.
Pero además se fijan.
No somos nosotros los miramos,
sino que son ellos los que nos miran.
Pero además nos hablan,
gritan, se enfurecen ...

La siguiente imagen no la mostró una película,
podíamos verla a través de cuanto noticiero
se hubiera interesado por ella. Se trataba de todo un acontecimiento.
Las tejas de un techo eran golpeadas, y no desde "afuera",
en realidad los golpes que las hacían saltar en pedazos provenían de "adentro".
El agujero les permitió mostrarse. Y allí se nos aparecieron. Desafiantes.
Furiosos. Terriblemente contradictorios.
El amor al bien común los había puesto allí,
pero ahora ellos mostraban su estigma de delicuentes y hablaban en términos
de derechos.
La ciudad que les había contruído un lugar para hacerlos invisibles
tuvo que verlos.
Un mundo emergió. Un mundo al que históricamente se lo pensó homogéneo
esta vez se mostró fuertemente heterogéneo.
Desde "afuera" se intentó poner la mirada en otro lugar. Otorgarle algún sentido
a tan desconcertante hecho. ¿La cárcel en crisis? No solo eso. Se mostraron
comisarías hacinadas, prisioneros sin proceso, pero nadie dudó en condenar
la furia y canonizar "el amor al deber" de una jueza que se habría inmolado
como mediadora y que ahora estaba prisionera.-

Pero no solo la delincuencia de las cárceles mostraron algunas de las múltiples formas que puede ser designada como heterogeneidad.
Allí están unos travestis pintando una comisaría rosarina por gracia de otra jueza. ¡Cuánto amor !
Este amor ha faricado un sueño
hacer de la prisión un instrumento preciso de transformación de los individuos.
Pero estos individuos se han transformado en otra cosa muy diferente.
Han traicionado al amor que allí los puso.
"La prisión fabrica delincuentes, pero los delincuentes a fin de cuentas
son útiles en el dominio económico y en el dominio político.
Los delincuentes sirven." (Michel Foucault. Microfísica del Poder)
Los delincuentes sirven para proteger la riqueza.
Suena contradictorio. Pero en el reino del mercado todo es posible.
Tal vez la prisión fabricó algún sentido de delincuencia, pero mientras sus muros están por estallar de tanto acumular pobreza más allá se ejercen otras prácticas.
Otros travestis caminan por las calles.
Acumular invita a ser creativo.
¡Cuánto shopping construído sobre las blancas arenas de una delincuencia que viste trajes italianos o que se cuela en las valijas de la cuñada!
Aquí en este "afuera", la delincuencia es un travesti que se desplaza casi imperceptible por los pasillos públicos y solo algunas veces es sorprendida.-

El amor puede ser originariamente privado, pero hay momentos en que necesariamente
será público. Se dará a publicidad.
Será un juez, un policía con "buenas intenciones" o un sacerdote católico cuyo nombre
huela a santidad.
Satnto. Santi. Santi-drián.
Y andarán por esta ciudad juntando a niños-pobres,
les prometerán un mundo mejor, se les ofrecerá educación, pero sobre todo
se los salvará de la delincuencia, amorosamente encerrados.
¡¡Good fellows!!

Tal vez la operación que para el siglo XIX Foucault nos señalara,
de transformar al pueblo en sujeto moral no haya finalizado.
Sin embargo hay algo que se resquebraja.
¿Qué sucede con aquello qué se muestra o qué se trata de ocultar?

Tanto esfuerzo para no mirar y allí andan por los techos de las prisiones esos delincuentes, o en programas de éxito esos pobres comegatos,
o con hábitos de monja una voz que pide justicia...
"Este siglo está llegando a su fin y no termina nada bien", escribe en las primeras páginas de su último libro el historiador inglés Eric Hobsbawm.
Es muy probable que el aplauso neoconservador sea tan estrepitoso que no pueda escuchar cómo crujen las paredes de su propio muro.
Mientras tanto llegan hasta nosotros las insistencias, las miradas, los deseos de poner en escena otra película.-

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