jueves, 6 de agosto de 2009

DESPLIEGOS Nº 2 : POLÍTICAS DE ROSTRIDAD

POLÍTICAS DE LA ROSTRIDAD
MARÍA DEL CARMEN VITULLO
A MODO DE INTRODUCCION
Si bien Deleuze ha afirmado muchas veces que nadie mejor que el propio pensador para hablar de su obra, también ha expresado en Rizoma que es agradable "hablar como todo el mundo", llegar al punto en que "ya no tiene importancia decir yo o no decirlo", "Ya no somos nosotros mismos... Nos han ayudado, aspirado, multiplicado"... "Un libro no tiene objeto ni sujeto, está hecho de materias diversamente formadas, de fechas y de velocidades muy diferentes..."
Valiéndonos de sus propias artimañas (ese juego que oscila entre la afirmación de su posición filosófica y el olvido de su propio nombre para hacerse "irreconocible, imperceptible"...) intentaremos ejercer esa audacia a la que nos convoca e ingresar en esas multiplicidades, velocidades e intensidades que atraviesan su obra, para abordar, más adelante, un concepto, un concepto, una noción que se destaca por su lucidez y por su fuerte carga de crítica política: la ROSTRIDAD. El riesgo que corremos comporta el peligro por todos conocido: traducir lo intraducible, fascinados por un pensamiento vivo (en todos los sentidos posibles) que ya ha llegado hasta nosotros en condiciones de hablar por sí mismo. Lo fascinante de este pensamiento, quizás consista, entre otras cosas, en que se ejerce en relación a dominios y objetos heterogéneos sin dejar de definirse como "pensamiento filosófico".
Deleuze ha estudiado, hablado y escrito sobre filósofos de diferentes épocas (algunos críticos han llamado a esto sus "monografías), se trata de Hume. Kant, Lucrecio, Leibniz, Spinoza, Nietzsche, Bergson, Foucault... sin considerarse un historiador de la filosofía.
También ha abordado saberes no explícitamente filosóficos en la obra de Proust, Sacher Masoch, Sade, Zola, Kafka, Klossowsky, Michel Tournier, Carmelo Bene, Francis Bacon. Ha trabajado la expresión cinematográfica en dos minuciosos estudios ("La imagen Tiempo" y "La imagen Movimiento") en los que filmes y autores son recobrados para nuestra perplejidad. Otro tipo de obras tematiza problemas o cuestiones a partir de producciones filosófica, literarias, artísticas y también científicas (matemáticas, física, biología, lingüística, psicoanálisis, antropología) la lista es extensa; aquí ubicaríamos Diferencia y Repetición, Lógica del Sentido, Anti-Edipo y Mil Mesetas.
Para Deleuze hacer filosofía es mucho más que "repetir" o "repensar" filósofos, es algo que podríamos llamar "genealogía" y "geografía", en el sentido en que en vez de constituir sistemas fechados, presupone ejes, puntos, orientaciones por las cuales se desenvuelve, a la vez que no solo se visualiza en contenido sino también la forma, privilegiando la constitución de espacios, de tipos, heterogéneos y antagónicos.
Tampoco su quehacer es estrictamente "crítica literaria", "crítica de arte" o "crítica de las teorías científica". Según sus propias palabras es crítica, pero no entendida como una reflexión extrínseca al discurso filosófico, porque la filosofía no sólo no es reflexión sobre otras cosas exteriores a ella, sino que ni siquiera es "reflexión", la filosofía es "creación". "El filosofo es creador y no reflexivo" -aclarará él mismo- con lo que, a nuestro entender , quiere decir varias cosas:
- subvertir la caracterización de la Filosofía como "metadiscurso" o "metalenguaje", (cuyo objetivo sería formular criterios de legitimación o justificación).
- reinvindicar para la filosofía la producción de conocimientos, la creación de pensamiento, de nuevas formas de pensamiento.
- denunciar que tanto la Epistemología como la Historia de la Filosofía han sido agentes de poder, una especie de "policía del pensamiento", cuya trayectoria intimidante ha impedido "pensar", ha obturado el ejercicio del "pensamiento".
- colocar a la Filosofía en relación intrínseca con otros dominios, (pero no con un sentido de fundamentación, justificación o legitimación) sino para establecer conexiones, convergencias, cartografías, resonancias.
- ejercer un pensamiento libre de presiones de las burocracias intelectuales de nuestra época o de otras , libre de los fines del "Estado real", de las significaciones dominantes y de las exigencias del orden establecido.
Hay un devenir-filósofo en Deleuze que nos fascina, desde el devenir-filósofo que habita en cada uno de nosotros. "Devenir nunca es imitar", ni adaptarse a un modelo. Hay allí arrogancia y prodigio, pero también modestia, como en un poema de Bob Dylan que habla del "ladrón de pensamientos".
"...el nombre propio sólo designa un efecto..." dirá el fascinador.
Hay un filósofo clásico también en Deleuze, en el mejor sentido del término: aquel que ha recobrado el misterioso asombro del filosofar y también su soledad. Porque el filósofo es el amigo del concepto, la filosofía es la disciplina que consiste en CREAR conceptos, crear conceptos siempre nuevos, mientras que el arte conserva bloques de sensaciones, compuestos de preceptos y afectos y la ciencia funciona con proposiciones, renunciando al infinito para conquistar la referencia. Todas estas formas de pensamiento trabajan con el caos, pero sólo la Filosofía constituye un plano de inmanencia.
El filósofo asombrado, el creador, lucha con el caos como abismo indiferenciado u océano de disimilitud, desde una soledad poblada de encuentros, en un trabajo quizás "negro y clandestino". La Filosofía necesita también una no-filosofía que la comprenda, necesita una comprensión no-filosófica, como el arte un no-arte y la ciencia una no-ciencia, la necesita a cada instante de su devenir.
LA CREACIÓN DEL CONCEPTO DE ROSTRIDAD
Podríamos decir que esta noción, este concepto, como gustaría decir su autor, tiene una "historia" que es a la vez una geografía, tiene un perímetro irregular y varios componentes, es una multiplicidad. Es además el producto de un encuentro: la aparición de Félix Guattari, quien dice a Deleuze -"Antes del SER está la política", cambiando con ello muchas cosas en la vida de ambos e iniciando un trabajo "entre-los-dos", atravesado por múltiples "pourparlers" (negociaciones, conversaciones) impredecibles.
Y es precisamente en el "Anti-Edipo", esa "pieza" compuesta entre-dos donde aparece esbozada esta cuestión del "rostro", en el apartado dedicado a "Voz, grafismo y ojo: el teatro de la crueldad" y más adelante, en las magníficas páginas dedicadas a mostrar el aplastamiento del triángulo mágico: la sustitución de los signos no significantes que componen la cadena territorial por un significante despótico del que vierten unificados todos los signos, en un flujo desterritorializado de escritura. Se introduce así la trascendencia y la presencia de un déspota, que todavía funciona en el imperialismo moderno. Aparece la bi-univocización que reemplazará al uso polívoco de la palabra. Se inicia la conversión de un grafismo primitivo en escritura propiamente dicha, realizada por el déspota y la formación imperial. (sobre esto volveremos).
En Kafka, por una literatura menor,(también con Guattari) aparece un planteamiento inquietante de planteos que posteriormente tendrán que ver con la "ROSTRIDAD": la marida, los ojos, los gestos. Se mostrarán duplas: "cabezas agachadas - retratos, fotos" y "cabezas erguidas - sonido musical" y también la relación entre territorialidad, des-territorialización y re-territorialización. Nuevamente el ejercicio del poder (relaciones familiares, relaciones burocráticas, situación de judío, situación de escritor de una literatura menor, es decir la literatura de una minoría dentro de una lengua mayor, situación de callejón sin salida) y por supuesto , la constitución de máquinas.
Pero es sin duda en Diálogos con CLAIRE PARNET y luego en MIL MESETAS donde el concepto de Rostridad (visagéité) adquiere su tratamiento complejo y específico con sus elementos : "rostro"(visage), "rostrificación" (visagéification) y" máquina rostritaria"(machine visagéitaire), haciendo composición con otros conceptos que le son indispensables y que luego desarrollaremos.
La rostridad será también comentada en numerosas entrevistas (con Cristian Descamps, Didier Eribon y Robbert Maggiori, entre otros) y reaparecerá en La imagen Movimiento y en ¿Qué es la Filosofía?
PARED BLANCA-AGUJERO NEGRO: EL SISTEMA DEL ROSTRO
Un rostro es un dispositivo montado en la intersección de dos ejes: eje de significancia (pared blanca sobre la que inscribe sus signos) y eje de subjetivación (agujero negro en el que sitúa su conciencia, su pasión). "Ancho rostro de mejillas blancas, rostro de tiza perforado por unos ojos como agujero negro"... "El rostro no es una envoltura exterior al que habla, piensa o percibe". Aunque un niño, una mujer , una madre, un policía, un jefe, un profesor, hablan un lenguaje cuyos rasgos significantes se ajustan a rasgos de rostridad específicos, los rostros no son individuales, sino que constituyen espacios de resonancia que seleccionan lo real mental o percibido, adecuándolo previamente a una realidad dominante..
El rostro como sistema construye por un lado la pared, el marco, la pantalla que necesita el significante(entendido por Deleuze como signo devenido signo de signo, signo despótico que ha reemplazado al signo territorial) para rebotar; a la vez que, por otro lado, labra el agujero que necesita la subjetivación (entendida como sujeto, conciencia, pasión) para manifestarse. "En el cine -dirá Deleuze- el primer plano de un rostro oscila entre dos polos: Hacer que el rostro refleje la luz o al contrario, marcar las sombras hasta hundirlo en la más implacable oscuridad".
Los rostros concretos no son algo ya construido. Nacen de una máquina abstracta de rostridad que los produce a la vez que proporciona al significante su pared blanca y a la subjetivación su agujero negro. Es esa máquina la que configura al sistema en rostro, según las combinaciones que le son propias, según un orden de razones.
Una cabeza no es un rostro aunque esté incluida en el cuerpo. El rostro es superficie (rasgos, líneas, arrugas) , es un mapa, el cuerpo en cambio es un sistema volumen-cavidad. Cuando la cabeza deja de estar codificada por el cuerpo, cuando deja de tener un código corporal, polívoco, multidimensional (propio de las culturas primitivas) se produce el rostro; es más, la cabeza y sus elementos y la totalidad del cuerpo será rostrificada en un proceso inevitable. Así como también los objetos serán rostrificados si fuera necesario. "...la cuestión es saber en qué circunstancias se desencadena esa máquina que produce rostro y rostrificación"...preguntarse cuáles son las sociedades, las civilizaciones que tienen necesidad de hacer funcionar esa máquina de sobrecodificar la totalidad del cuerpo y la cabeza con un rostro y con qué fin. Esto va desde el rostro del amado o de la amada, el rostro del jefe o del rey, a la rostrificación del cuerpo físico y social. Los individuos, las personas, serán así identificados, fichados, reconocidos, controlados; un ordenador central los ubica y distribuye, están hundidos en agujeros negros, prendidos en una pared blanca sin contornos. Cada cual debe tener el rostro que corresponde a su papel, a tal o cual posición, a tal o cual nivel.
POLÍTICAS DE LA ROSTRIDAD
Decíamos que la máquina abstracta no se efectúa, pues, únicamente en rostros que produce, sino también y en grados diversos en partes del cuerpo, vestimentas, objetos, que ella rostrifica según un orden de razones y no según una organización de semejanzas.
Entonces, ¿cuándo aparece la máquina rostritaria?, ¿cuándo se desencadena?: Cuando se logra una economía y una organización del poder." Veamos unos ejemplos muy simples: el poder materno que pasa por el rostro de la madre en el curso del amamantamiento, el poder pasional que pasa por el rostro del amado, incluso en las caricias; el poder político que pasa por el rostro del jefe, banderolas, íconos y fotos, incluso en las acciones de masa; el poder del cine que pasa por el rostro de la estrella y por el primer plano; el poder de la tele...".
Pero no es que el rostro , la potencia del rostro, produzca por si mismo poder y lo explique, ya que hay ciertos agenciamientos de poder que tienen necesidad de producir rostro y otros no.
Las sociedades primitivas, cuya semiótica no es significante ni subjetiva sino esencialmente colectiva, polívoca, corporal y territorial, no producen rostro. Todo pasa por los cuerpos, sus volúmenes, sus cavidades internas, sus conexiones y coordenadas externas que son variables, fragmentarias. Hay una semiótica manual que se coordina pero no se subordina, ni unifica con secuencias orales, rítmicas, cutáneas. Sus códigos se basan en los cuerpos, en la pertenencia de las cabezas a los cuerpos y en la capacidad de devenir, del sistema cuerpo-cabeza para devenir. "Los primitivos-dirá Deleuze- pueden tener las cabezas más humanas, más bellas y más espirituales, pero no tienen rostro y no tienen necesidad de él".
Pero pensemos en otros regímenes de signos y por tanto en otras políticas: en el centro el Déspota o Dios, su rostro como rostro exhibido visto de frente, en torno a él una organización radial de círculos, con toda una burocracia que regula las relaciones y el paso de un círculo a otro (el palacio, la calle, el pueblo, el campo, la selva, las fronteras) y un poder sacerdotal cuyo papel es eliminar todo lo que atasca o amenaza el funcionamiento de la máquina. Estamos definiendo aquí, también, un régimen en el que el signo incesantemente remite al signo, en cada círculo y de un círculo a otro, y el conjunto de signos a una significación móvil o a un centro de significancia en el cual la interpretación, la asignación de un significado no cesa de restablecer el significante como para recargar el sistema. ¿Puede inscribirse esto en la historia o es sólo un mapa, una geografía, o como dice Deleuze, un ejemplo entre la infinidad de regímenes posible?.
Sabemos que no es Filosofía de la Historia ni metáfora, pero si alguna "data" es posible, el propio Deleuze habla del rostro de Cristo(Año Cero: Rostridad) lo que permitiría ubicar en la cultura cristiana este régimen del significante circular, pero también el autor nos habla de las culturas antiguas, lo que podría ser tan amplio como ir desde Sumer al Imperio Romano. Pero si nos corremos de la empiricidad de una inscripción histórica determinada, a mi entender, podríamos decir, que esta rostridad del déspota con un régimen significante centrado y circular es propio de la relación SER-SABER-PODER de la metafísica occidental.
Concibamos otro régimen -aportará Deleuze- ahora en lugar de un centro de significancia existe un punto de subjetivación que determina el inicio de la línea (recta, ilimitada) que suplanta a la simultaneidad de círculos alrededor de un centro. Se constituye así un sujeto de enunciación, luego un sujeto del enunciado, enunciado que incesantemente restituirá la enunciación. He aquí un mecanismo diferente del anterior: el rostro ha cambiado de funcionamiento. Ya no es el rostro despótico visto de frente sino el rostro autoritario visto de perfil. Dios deviene punto de subjetivación y no cesa de apartarse de su Sujeto, que a su vez no cesa de apartarse de su Dios. Así el rostro cumple la misión divina de la Subjetividad. ¿Es esto la modernidad?, ¿Es la irrupción del sujeto moderno en el marco de las monarquías absolutas y los estados nacionales?, ¿El rostro autoritario es el rostro del rey, del Rey Sol, del Estado Moderno, tanto el monárquico como el republicano?.
Lo que sí sabemos es que éste es otro régimen de signos: pasional o subjetivo y que hace referencia tanto a épocas y medios muy distintos, a formaciones sociales y acontecimientos históricos, como también a formas patológicas, tipos psicológicos, obras de arte y literatura y expresiones cinematográficas.
Lo importante es que no haya que realizar nunca ni analogías ni la más mínima reducción.
ROSTRO Y MAQUINA BINARIA
El rostro ha adquirido y ejercido también funciones de biunivocización, de binarización. Establece todo tipo de dualismos, dicotomías, máquinas binarias como aparatos de poder para interrumpir los devenires, según dos aspectos:
- Actuando como un ordenador central que, ordenando normalidades, relacione un rostro elemental con otro: hombre/mujer - rico/pobre - sabio/ignorante - adulto/niño - jefe/subordinado - ("máquina de cuatro ojos que son rostros elementales unidos de dos en dos") maestra/alumno - acusado/juez - policía/ciudadano - padre/hijo - obrero/patrón.
Los rostros concretos individuados se producen y se transforman en torno a estas unidades y combinaciones. "Mas que poseer un rostro, nos introducimos en él".
- Actuando como respuesta selectiva o de opción, controlando, al tratarse de un rostro concreto lo que puede pasar o no pasar, ser aceptado o no. La relación binaria es ahora "Si-No". No es negro ni blanco: ¿es mulato?. No es rico ni pobre :¿es un desclasado?. No es ni hombre ni mujer: ¿es travesti?. La máquina rechaza así los rostros inadecuados o los gestos equívocos. Permite a veces opciones, una cierta tolerancia bajo ciertas condiciones, pero también indica un enemigo al que hay que derrotar a cualquier precio. De todas maneras -dirá Deleuze- la "Máquina Abstracta te ha reconocido (en su nuevo papel de detectar las desviaciones) y te ha inscripto en el conjunto de su cuadriculado". De esta forma, la Máquina Binaria se constituye en una pieza central de los aparatos de Poder.
A MODO DE SALIDA.: ¿DES-HACER EL ROSTRO?
"Explicarse es muy difícil" -le dice Deleuze a Claire Parnet- y luego: "El quid no está en responder preguntas, sino en irse, en escaparse, en escapar de ellas"... Es difícil explicar a Deleuze, además de ser una audacia y casi una irreverencia... y es más difícil aún intentar mostrar la complejidad maravillosa de este pensamiento vivo en estas apretadas páginas. Pero queda un planteo (entre otros que en razón del espacio ni siquiera pudimos mencionar) en relación con la rostridad, que sí queremos abordar en el final: ¿Es posible des-hacer el rostro?, ¿Hacer que el rostro escape?, ¿Se lograría hoy en un espacio de capitalismo mundial integrado, en el que la informática y los medios de comunicación masiva desempeñan con tanta facilidad un papel represor porque funcionan como máquinas binarias en los aparatos de poder y construyen más que contenidos informáticos abstractos, una permanente formalización de consignas?...¿Es posible des-hacer el rostro cuando la arborescencia todavía funciona estableciendo sistemas de jerarquías y de transmisión de órdenes?...¿Es posible establecer líneas de fuga, rizomas, nuevos devenires, desterritorializaciones positivas, des-hacer los estratos y las jerarquías, liberar las "cabezas buscadoras"?...
"Si el rostro es una política, des-hacer el rostro también es otra política". Es necesario traspasar la pared del significante, salir del agujero negro de la subjetividad. Pero no es sencillo -dirá Deleuze- "y se puede caer en la locura", ya que no se puede volver atrás, no se puede recuperar el sistema multívoco del primitivo, pre-significante y pre-subjetivo. En medio del rostro hemos nacido y con ello deberemos combatir, tomándolo quizás como una herramienta a la que hay que dar un uso nuevo. "Sólo a través de la pared del significante podemos hacer pasar las líneas de a-significación, que anulan todo recuerdo, toda referencia y toda posible interpretación previa. Sólo en el agujero negro de la conciencia y de la pasión subjetivas podremos descubrir las partículas capturadas, alteradas, transformadas, que hay que relanzar para un amor vivo, no subjetivo, en el que cada uno se conecta con los espacios desconocidos del otro sin entrar en ellos y conquistarlos, en el que las líneas se componen como líneas quebradas... "
Liberar los rasgos de rostridad como pájaros, no es mera tarea de estetas ni de aventureros, es una tarea política, que provoca los devenires reales, todo un devenir clandestino. Pasar del "horror del rostro", formando devenires extraños, nuevas polivocidades, haciendo por todas partes rizomas, al "Rostro, Amor Mío", para la maravilla de una nueva vida a crear.

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