jueves, 6 de agosto de 2009

DESPLIEGOS Nº 2 : MEMO: estrictamente textual. MARÍA ROSA OLIVER

MEMO: estrictamente textual.
Cuando uno se reencuentra con textos como el que hoy seleccionamos dan ganas de organizar una discusión acerca de él, del devenir de su autor ,de la época, de las modas y modalidades discursivas, decíamos en el número anterior. El debate continúa abierto. A continuación presentamos un texto publicado en Testigo, Revista de Literatura y Arte- Julio/Agosto/Septiembre de 1966 - Bs.As.

ASUMIR EL RIESGO DE LA VERDAD
POR MARÍA ROSA OLIVER
1- Qué relación puede señalar entre el compromiso del escritor y los cambios sociales?
El del compromiso del escritor es un tema que además de manido suena a consigna del ejército de salvación de la libertad de la cultura, para el cual está comprometido el escritor que ni el directorio de la Fundación Ford, ni (según versión del New York Times) los agentes de la C.I.A. aprobarían. Además eneste caso, “compromiso” es un término vago: un sector social considerará comprometido al escritor que describe la vida de los pobres, pero otros sectores, éstos políticos, tacharán de reaccionario a ese mismo escritor porque al describir la miseria no señala claramente las causas.
Después de oír a unos y a otros, hasta el tedio, he llegado a la conclusión de que el escritor no debe comprometerse sino con su propia conciencia, ya que el compromiso -no fácil de cumplir- lo contrae antes que el escritor, el hombre que escribe. Pero si su conciencia no es demasiado elástica, si lo encara con los problemas que, aunque no a él (es raro el caso del escritor adinerado) son de vida o muerte para otros, y particularmente, si se le ocurre insinuar que los humanos pueden solucionar esos problemas para ellos mismos traídos, entonces, para los arrepantigados en el statu quo, ese escritor será un “escritor comprometido”.
Por otro lado, el que recurre a la vida contradictoria, cambiante y rica en matices y la usa esquematizada, seca, y en negro y blanco, como sostén de una teoría abstracta o de un doctrinarismo dogmático, ese no es un escritor comprometido sino un mal escritor.
En cuanto a los cambios debidos al proceso evolutivo (a veces demasiado lento) o al revolucionario (a veces excesivamente cruel), en todas las épocas y en todos los países fueron previstos, alentados y hasta precipitados por los escritores que hoy consideramos clásicos.
2- Qué tipo de conflicto social refleja a su juicio su propia obra?
En la convivencia hay infinitos conflictos, pequeños y grandes y uno enorme que la roe como el cáncer al cuerpo: el hambre crónico padecido por cientos de millones de seres humanos mientras un puñado de otros tiene infinitamente más de lo necesario para vivir con holgura. Nadie, creo, deja de percibir este conflicto, y nadie al percibirlo queda con la conciencia tranquila, o libre de miedo, pero algunos reaccionan cerrando los ojos a la molesta realidad; otros la aceptan alegando que “desde que el mundo es mundo ha habido pobres y ricos”, y los terceros se despepitan tratando de demostrar que el remedio será siempre peor que la enfermedad.
Quiero creer que nada de lo que hasta hoy he escrito ha respondido a alguna de estas tres reacciones, y espero que en adelante, en los pocos años que de vida me restan, salvo que se me reblandezca el cerebro, se endurezcan sus arterias o, peor de todo, se me seque el corazón, no caeré en ese no siempre desinteresado pesimismo.
3- ¿Cuáles son las tensiones a que está sometido el escritor en un país de nuestras condiciones?. ¿Qué tensiones?
Si se trata de las contradicciones de la propia conciencia, las considero necesarias y fecundas: mantienen el espíritu en estado de alerta, impiden el autoengaño, y a la larga, en el arduo proceso para conciliarlas, solemos olvidar el yo y “perder el alma para hallarla". En cambio si las tensiones se deben a la presión exterior ejercida por razones de interés político (estatal) o de grupo (comercial), inhiben al escritor en el mejor de los casos y, en el peor, la autocensura, consecuencia inevitable de la otra, le atrofia su capacidad creadora.
Para el que no está en el primer caso y quiere eludir el segundo, queda un recurso: el disconformismo superficial que se limita a describir los fenómenos sin ahondar en las causas, o más bien dándolas por inexistentes. En un lado del mundo este disconformismo es aceptado porque deja incólume a la burocracia de la cultura: en el otro es considerado hasta de buen tono, porque elude lo que molesta la conciencia como la astilla la yema del dedo en que se ha clavado, y porque hace olvidar o disfraza la verdad esencial.
Sin embargo, como dice el Reverendo George Cazalis, uno de los principales conductores del diálogo entre religiosos y marxistas: “La humanidad avanzará en la medida en que la inteligencia sea capaz de asumir los riesgos de la verdad hasta el límite de la herejía”.
4- Cree Ud. que en la literatura argentina existen corrientes de progreso y corrientes de negación? Cómo definiría Ud. unas y otras?
Como en todas las demás, en la literatura argentina hay escritores sensibles al progreso, otros que lo pasan por alto y unos pocos que insinúan la conveniencia de frenarlo, pero en nuestro país se ha producido últimamente un hecho insólito: escritores que en sus obras no han censurado ni desaprobado las formas con que la humanidad avanza, han adherido a manifiestos que ni el más conservador de los escritores europeos hubiese firmado. En cuanto a los escritores de los Estados Unidos mismos, ellos sí han firmado manifiestos, pero para sancionar lo opuesto: la invasión a Cuba y la intervención de su propio ejército en Santo Domingo y en Viet-Nam. No sé cuáles de esos escritores norteamericanos son de derecha, de centro o de izquierda. No me importa definirlos. Importa que han asumido, con responsabilidad, el riesgo de la verdad, y han llegado a lo que para el pensamiento oficial es herejía.

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