jueves, 6 de agosto de 2009

DESPLIEGOS Nº 2 : JOHN STUART MILL: ALGUNAS APRECIACIONES A PARTIR DE LA LECTURA DE SUS “ENSAYOS SOBRE LA HISTORIA Y LOS HISTORIADORES FRANCESES” (182

JOHN STUART MILL: ALGUNAS APRECIACIONES A PARTIR DE LA LECTURA DE SUS “ENSAYOS SOBRE LA HISTORIA Y LOS HISTORIADORES FRANCESES” (1826-1849)
GABRIELA LEA WOLOCHWIANSKI
John Stuart Mill nació en Londres en 1806. Su padre, James Mill, lo educó personalmente en la filosofía del utilitarismo de Bentham. A su rigurosa educación (empezó a estudiar griego a los 3 años de edad y latín a los 8. J. S. Mill atribuye su “crisis mental” de 1826. Comienza su desencanto del benthamismo y llega a dos conclusiones contrarias a las enseñanzas de su padre: Que la felicidad no puede ser un fin en sí misma sino un resultado de la conducta y que el cultivar sentimientos es vital para una personalidad equilibrada. De allí que inicia su interés por la literatura y las artes.

MILL Y SU RECORRIDO EN LO FILOSÓFICO:
El momento de su crisis es el momento de su acercamiento a los saintsimonianos y a Comte y su alejamiento del Benthamismo en el cual fue educado. Como señala Marí: ". . . gran parte de la historia intelectual de Mill es, primero, la de uno de los adherentes más fieles a las doctrinas benthamitas, luego la de su rebelión y, finalmente, la de retorno sustancial al conjunto de las mismas. "
El utilitarismo de Bentham, se podría resumir en la conocida fórmula de la felicidad como el placer más la ausencia de dolor y por lo tanto lograr la mayor felicidad para el mayor número constituye la medida de lo justo o deseable.
Sin embargo, no puede considerarse a Mill un utilitarista típico, ya que su crítica al mecanicismo benthamita (sobre todo una preocupación más marcada acerca de la calidad y un enfoque menos cuantitativo del utilitarismo) y la incorporación de elementos de la filosofía francesa vía Comte complejizan su pensamiento y lo tornan muchas veces vulnerable en lo epistemológico. Básicamente, como dice Popper, Mill era un individualista metodológico, mientras que Comte era un holista y allí está la raíz filosófica de su posterior ruptura. La herencia de Comte y, en general de los historiadores franceses, es básicamente el interés por la filosofía de la historia, que dio sustento teórico a las apreciaciones de Mill de que la historia debe estar sustentada por una concepción del mundo y no partir meramente del inductivismo.

MILL Y EL LUGAR DE LA HISTORIA
Podríamos decir que el interés de Mill no era un interés historiográfico, aunque la amplitud de su volumen sobre la historia y los historiadores franceses desmentiría esta afirmación a primera vista, así como su adscripción a la corriente de los historiadores liberales franceses. El momento en el cual Mill escribe estos ensayos era un momento de influencia comtiana y por lo tanto más sociológica que histórica. El papel de la historia aparecería como instrumental, como herramienta para develar las vetas más profundas de la dinámica social. La historia debe estar "al servicio de la más alta rama de la sociología especulativa y la porción más noble y benéfica del arte de la política"

". . . independientemente del éxito que haya tenido Mill al apoyar el método deductivo en la economía política, a partir de entonces abrazó el estudio de la historia como el camino real a la sabiduría en la ciencia más amplia de la política. Sin embargo, también aquí se resiste a una categorización sencilla. " Mill critica el uso vulgar de la historia para obtener lecciones. La historia puede ser el camino para llegar a la ciencia de la política pero a la vez: "No sólo no es la historia el fundamento de la filosofía política, sino que la filosofía política más profunda es un requisito para explicar la historia. "

Para Collini, Mill siempre mantuvo una posición ambivalente en cuanto al lugar de la historia en el razonamiento político. Pero podríamos inscribir esto en una tendencia más general, en tanto y en cuanto hay un fenómeno de algún modo provocado por la Revolución Francesa y sus consecuencias que cambia radicalmente la forma de hacer historia y sus objetivos:

"Desde este momento la historia renuncia cada vez más a deducir del pasado lecciones para el futuro, puesto que cuanto acontece es tan moderno como desconocido. Sin embargo, se dedica a reconstruir científicamente el pasado como condición para un verdadero conocimiento de las condiciones presentes (Savigny). Desde un punto de vista sociológico la historiografía y la novela histórica están estrechamente relacionadas. Scott, Ranke, Tocqueville, Lorenz, Stein o Comte tienen en común la tarea fundamental de representar de tal manera el pasado en la conciencia que provoque en ella una nueva postura frente al futuro de forma que las tendencias políticas puedan ser diferentes a su vez. El viraje de la reflexión sobre la acción se hace patente de modo particular en los historiógrafos franceses: Guizot, Thiers, Lamartine, Tocqueville, son exponentes de la orientación de la profesión del historiador hacia la política, de la que Ranke siempre había huido. . . el hombre frente a una realidad rota desde el punto de vista histórico y social, adopta una postura crítica. "

Esto resulta sumamente interesante. Por un lado, lo inédito de los sucesos y las instituciones provocan el surgimiento de un espíritu crítico que pueda dar cuenta de las situaciones no tradicionales. Por otra parte, la inclinación de los historiadores hacia la política los pone en una postura de pronunciamiento abierto y hasta de persuasión. La novela histórica, cuyo auge de ventas es enorme (caso de Sir William Scott) también tiene la misión de formar nuevas opiniones que, por supuesto, repercutirán en política. Al principio, este movimiento -el romanticismo- es netamente de derecha (Chateaubriand y Víctor Hugo en Francia, Scott y Coleridge en Inglaterra) luego se vuelve más populista. Los románticos de 1830 son borbónicos. Pero la revolución romántica por excelencia será 1848.
Por ello, el rol del historiador es delicado. No debe ser, en opinión de Mill, un observador neutral, debe narrar y juzgar, probar y aseverar.
La investigación histórica para Mill tenía tres etapas: La primera era el juicio del pasado con los estándares del presente. La segunda era la incorporación de la poesía y la imaginación: "el romance histórico" y la tercera era la construcción de una "ciencia de la historia". Con la excepción de Carlyle, Mill consideraba que los franceses eran los mejores, siendo Thierry, Guizot y Michelet los mejores tres historiadores de Francia. Michelet se destacaba por ser "el poeta de la vida interna del pueblo francés", pero sólo Guizot pasaba el test de la tercera etapa. Mill comparte con él la creencia de que la historia tiene una estructura racional. Otro punto en común es la creencia en que existen "grandes hombres" que afectan el curso de la historia al servicio de las tendencias de su tiempo, que encarnan los principios dominantes de la época que viven.

"La historia es interesante en un doble aspecto; tiene un interés científico y un interés moral o biográfico". El interés científico tiene que ver con "las leyes generales del universo moral actuando en circunstancias complejas, la conexión entre los grandes efectos y las causas. " El interés moral tiene que ver con: "la representación de los personajes y vidas humanas que nos llaman a simpatizar, admirar o censurar. "

EL LUGAR DE LA POLÍTICA
Siempre que se habla de J. S. Mill se menciona la influencia que ejercieron en él su padre, James Mill, y Jeremy Bentham, ambos pertenecientes e inspiradores del movimiento de los radicales filosóficos,

"un movimiento complejo donde convergen el utilitarismo filosófico, el liberalismo económico y las reivindicaciones democráticas. El punto más ríspido de su intervención se produce alrededor de 1815, años de crisis económica, de reacción conservadora y de fuerte control del poder en manos de la aristocracia terrateniente que, a despecho de ciertas libertades, se reserva el monopolio de la vida pública. El régimen electoral restringido a los propietarios en los condados tampoco confiere representación en los burgos a las grandes ciudades industriales, y la desigualdad se manifiesta también en el plano religioso al ser excluidos de la función pública todos los no pertenecientes a la iglesia anglicana.
Los radicales basaban su política más que en su acción en el parlamento -donde eran minoritarios al lado de los tories y los whigs- en la propaganda, la agitación y la conspiración entre la burguesía y el mundo obrero, buscando obtener diversas reformas relativas a la organización del gobierno, la administración pública, la mejora de la condición de los prisioneros y la extensión del sufragio a todos los contribuyentes. "
Siguiendo a Collini encontramos que aunque el liberalismo inicial se anunció como una filosofía dedicada a defender la santidad e independencia del individuo, la defensa del individuo no era de la autoridad de la sociedad sino de la autoridad personalizada y personificada: un monarca arbitrario, por ejemplo. Tampoco en este esquema encaja del todo John Stuart Mill:

J. S. Mill: "Sobre la libertad" fue un acta de acusación contra el yugo opresivo de la uniformidad de opinión y de práctica, como él mismo lo señalara en su Autobiografía. "No obstante, los principios de libertad proclamados por Mill conservaban una característica irremisiblemente irreal, cuyo efecto es reducirlos a un mero predicar, si bien de tipo sumamente loable. Es que Mill, interrogado sobre cómo aplicar estos principios, no podía responder, porque su propia argumentación había comprometido la integridad del único medio posible: el gobierno. Si la sociedad es la enemiga del individualismo y si, al mismo tiempo, el peligro del desarrollo de la democracia moderna consiste en que convierte al gobierno en agente de la sociedad, mal se podría esperar que dicho agente interviniera para proteger de la sociedad al individuo. Más desconcertante aún era la contradictoria tendencia de Mill a recurrir al mismo poder de la sociedad que en Sobre la libertad había intentado eliminar. El mismo Mill que acusara a Comte de buscar "un despotismo de la sociedad sobre el individuo", que había saludado el profundo análisis aplicado por Tocqueville a la conformidad social, proponía, no obstante, que se invocara la tiranía de la opinión para promover algunas de sus propias causas predilectas. "

Aquí nos encontramos con una encrucijada y es que Mill no ha sido consistente con el uso de algunas categorías que son centrales a sus argumentos y es así que podemos encontrar en sus escritos nociones bastante contradictorias, sobre todo respecto del papel de la opinión pública. J. Habermas plantea que:

"Liberales como Mill y Tocqueville estiman el proceso (de reforma del derecho electoral). . . pero por las consecuencias del mismo sobre ese mismo principio (el de la publicidad), están resueltos a desestimarlo. Porque los irreconciliables intereses que, con la ampliación del público, fluyen a la esfera de la publicidad se procuran su propia representación en una opinión pública escindida y convierten a la opinión pública dominante en cada momento en un poder coactivo, a pesar de que, en otros tiempos, tenía que ser ella la encargada de disolver todo tipo de coacción en la única coacción de la inteligencia. Así deplora Mill precisamente 'el yugo de la opinión pública, el medio de coacción moral que es la opinión pública; y su gran alegato On Liberty va ya dirigido en contra del poder de la publicidad, que hasta ahora había valido de un modo absoluto como garantía de la razón contra el poder. "

La opinión pública se ha ampliado, por lo tanto es necesario "que sea representada" por personas talentosas. Esta es la opción que le queda al liberalismo, puesto que la opinión ya no es un elemento emancipador, sino un peligro en manos de las masas sin dirección.

CONCLUSIONES
Si tuviera que pensar en una imagen que graficara de algún modo y sintetizara las apreciaciones de este trabajo, propondría la figura del puente. En efecto, Mill es un puente que cruza el Canal de la Mancha, pero también es un puente que cruza las ciencias sociales, la historia, es un puente entre la primera mitad de un siglo y la segunda, es un puente entre generaciones políticas e ideológicas. ¿Cuáles son los dos extremos que une? ¿Los une o sólo pasa de una orilla a otra para no volver? ¿En qué parte del puente se halla en cada momento? Citar a Mill fuera de contexto es una aventura más que arriesgada, encontrar esencias y consistencias en su pensamiento es siempre tener que relativizar los hallazgos. No obstante, trataré para finalizar de encontrar las "dos puntas" de cada ovillo que Mill enmadeja, o que tal vez más tarde, sus lectores hemos tratado de entramar:

* Mill es un puente entre la filosofía de Comte y el individualismo y utilitarismo inglés.
* Es un puente entre un liberalismo que surge como lucha contra el absolutismo y que ve a la libertad como ausencia de coerción y otro que teme a la democracia por temor al jacobinismo y al cartismo.
* Es un puente entre una visión más democrática y una más aristocrática de la práctica política y de gobierno.
* Es un puente entre dos concepciones de opinión pública, una positiva que la ve como progreso y crítica del poder (cuando el poder es el absolutismo) y otra negativa que la ve como "tiranía de la mayoría", como síntoma de mediocridad, cuando el poder está en manos de la burguesía y la opinión pierde su componente de erudición.
* Es un puente entre una historia universal basada en una filosofía social como objetivo y un uso meramente instrumental de la historia como verificación para la ciencia de la Etología y de la política.
* Es parte de un discurso donde lo fúndante no es un pacto sino la conquista, la dominación, la lucha, la revolución, pero que busca un progreso asequible a través del debate, la diferencia, la pluralidad, la palabra y la política, entendida como momento de deliberación, de representación de intereses y opiniones, de grandeza, de liderazgo. Momento donde los grandes hombres realizan sus proezas y demuestran su vocación para servir al bienestar general.

En este pasaje de una orilla a otra, en esta vulnerabilidad de sus afirmaciones, reside precisamente su fuerza, su riqueza. En el límite entre la moderación y la pasión, entre la ironía y la ingenuidad, Mill es un puente que da vértigo, pero que abre caminos alternativos, posibilidades, preguntas, reflexiones.

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